Una apuesta a ciegas

Quiero darte un beso lento, de esos que se quedan en las memorias para siempre
y como recodo por si me olvidas habré de respirarte tan cerca, muy cerca.
Hasta inundarme de tu presencia y que esta sea etérea,
al menos en mi cabeza.

Pasan los días y vivo obsesionada con nuestros ocasionales encuentros,
incluso antes de conocernos la vida hacía lo necesario para encontrarnos,
sin cita, sin días pautados,
sólo tus ojos posados en los míos
y cerrarlos se vuelve casi un pecado,
porque sería perderme de ti un instante.

Hace poco no eras más que un desconocido
y ahora eres contrario a todo lo que alguna vez he conocido.
Se vuelve inquietante querer descubrirte,
pues esto inició como una apuesta a ciegas
pero confió en que acabaras sorprendiéndome.

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